Sin agua no podemos vivir. Más allá de lo que realmente son lujos que como afortunados muchos nos podemos permitir (ducharnos, bañarnos, lavar nuestra ropa…) el agua es esencial para la vida misma porque físicamente la necesitamos y también los seres vivos (plantas y animales) de los que nos alimentamos. Por todo esto no es difícil afirmar que el agua será lo que determine nuestro futuro como especie.
El ciclo del agua se desarrolla de forma que mantenga la presencia de este recurso en el planeta, recorriéndolo y conectando tanto los océanos, como la atmósfera y los continentes. Sin embargo, es un bien que está mal repartido y si no, atento a los datos.
En Estados Unidos, per cápita, se usan más de 200 metros cúbicos de agua cada año. En Mali y en China no llegan siquiera a los 50 metros cúbicos. Disponemos del agua en el mundo no homogéneamente, muy por el contrario.
Según el país, el consumo de agua potable para cuestiones domésticas varía. Se estima que para sobrevivir los humanos requieren un mínimo de dos litros de agua potable al día, lo que sería menos de un metro cúbico al año. Solo hay que echar cuentas para comprender en qué estado se encuentran muchas personas respecto a este recurso.
Ahora bien, es cierto que nuestro planeta, en su mayor parte, está cubierto por agua, pero también lo es que muy poca cantidad de esta agua es dulce y accesible para el ser humano.
Según las Naciones Unidas 9 países poseen el 60% del agua apta para consumo humano: Colombia, Brasil, Rusia, China, Canadá, Estados Unidos, Indonesia y la República Democrática del Congo.
Este reparto del agua en el mundo, como se puede suponer, tiene que ver con la geografía y el clima de cada lugar. Por poner un ejemplo, la mitad de la cuenca hidrográfica del río Amazonas pertenece a Brasil, razón por la que es uno de los países en los que se concentra un buen porcentaje de este recurso natural, así como Rusia debe esta riqueza a que por su territorio pasa el Volga, el río más grande de Europa.
El agua se mantiene circulando por el planeta en un ciclo natural, pero frágil. Para poder sobrevivir necesitamos aprender la manera más eficiente de gestionar este recurso y de momento, ni siquiera llegamos al aprobado raspado.
Mantener este bien vital tan necesario para nuestra supervivencia como especie conlleva gestionar los recursos que tenemos de manera sostenible para prevenir el deterioro de la naturaleza con prácticas como el reciclaje y la disminución de la contaminación (uso de coches eléctricos, mayor uso de transportes como la bicicleta, etc.)
Buena conciencia sobre esto debería tomar el agricultor ya que, aunque la gestión del agua es distinta en diferentes lugares, de modo general la mayor parte se destina a labores agrícolas e industriales.
Almagromur ha decidido contribuir mediante el suministro a agricultores de herramientas innovadoras que permiten una optimización muy positiva del agua utilizada. ¿Las conoces?